Con los ojos abiertos de par en par, Tiberio aguardó a saber contra qué estaban cargando exactamente él y sus compañeros contarii. En alguna parte, dentro de la asfixiante polvareda en la que estaban inmersos, más allá de la afilada punta de su contus o pica de caballería, se suponía que un escuadrón de catafractarios partos estaba tratando de reorganizarse, tras haberse estrellado, sin éxito, contra las líneas de una cohorte de la legión VI Claudia.
Los instantes que transcurrieron desde que la trompeta ordenara iniciar el galope contra el enemigo se le hicieron eternos, mientras, jadeando casi más que su montura bajo su pesada y achicharrante armadura completa, Tiberio seguía sin poder vislumbrar enemigo alguno. Nada, absolutamente nada más que polvo mesopotámico ante su frente y ante la de los jinetes que le flanqueaban en la formación. Pestañeó, los ojos abrasados por su sudor polvoriento y, cuando quiso darse cuenta, ya era demasiado tarde: un gigante cubierto de acero, sobre una montura de broncínea y antinatural apariencia, emergió de la nube ante él súbitamente y, tras su figura, múltiples siluetas y sombras amenazadoras.
La sacudida de su contus impactando brutalmente contra algo o alguien le llegó hasta el alma, amenazando con descabalgarle. Guiado solo por su instinto de curtido veterano soltó la pica, que sabía quebrada, aseguró con una mano las riendas de su caballo y con la diestra desenvainó su espada. Entonces, todo se aceleró súbita y angustiosamente a su alrededor. Su montura esquivó el impacto con un caballo parto cubierto de hierro mientras él descargaba un golpe asesino con su espada a un jinete enemigo cercano. Siguió cabalgando en la misma dirección, dejando atrás enemigo tras enemigo como una exhalación, unas veces atacando, otras esquivando lanzadas y golpes, poseído por el fragor de la acción. De repente, Tiberio advirtió que, a su alrededor ya no veía ni partos ni a ninguno de sus compañeros, sino que, pasando a su lado, varios legionarios, tan exultantes como destrozados, aclamaban su presencia en tanto avanzaban al ataque.
Tiró de las riendas y trató de controlar a su caballo, que caracoleó, nervioso. La polvareda se aclaraba, no así el estruendo del combate que se desarrollaba, alejándose, a su alrededor. Lucio, su decurión, apareció de repente al galope a pocos. Le seguía de cerca Gayo, el trompeta. Casi más desorientados que él, miraron a su alrededor hasta que le localizaron. De uno en uno o en pequeños grupos, los restantes contarii de la unidad empezaron a llegar o a dejarse sentir, un buen número de ellos guiados por Zenón, el portaestandarte. Cuando la polvareda se disipó lo suficiente pudieron ver cómo los vapuleados catafractos partos se retiraban apresuradamente. Comprendieron entonces lo que habían hecho: habían atravesado limpiamente la formación enemiga en pleno repliegue con letales consecuencias, sin tener que lamentar más que algún que otro herido, afortunadamente, hasta acabar internándose en las filas de la VI Claudia que, en ese momento, avanzaba con ahínco a su alrededor.
Una vez más, de la mano de las tácticas aprendidas de los sármatas, la mejor caballería de choque romana había batido a la élite de la nobleza parta, mano a mano con las legiones, de fama imperecedera. ¿Quién dudaría en ese instante de que, a las órdenes del emperador Trajano, las águilas de Roma no estaban destinadas a dejar atrás las mismísimas huellas de Alejandro Magno?
Te presentamos parte de las unidades de las que dispondrán los generales romanos en el nuevo juego TRAIANUS, además de los Auxiliares Romanos y nuevos Mercenarios. Próximamente os detallaremos nuevas facciones y generales…
- Caballería pretoriana: La guardia montada de los emperadores, orgullosa élite del ejército siempre dispuesta a seguir a los césares a cualquier parte del campo de batalla.
- Guardia pretoriana: El escudo de los césares, tropas de élite que son el orgulloso emblema de su poder en Roma y resuelto martillo de sus enemigos en combate.
- Legionarios: La columna vertebral del ejército y del poder romano a lo largo de los tiempos, una fiable, sólida y contundente infantería pesada en cualquier situación y frente a cualquier adversario.
- Cataphractarii: La caballería pesada acorazada del ejército romano, una fuerza capaz de rivalizar con los mejores catafractos partos o los más resueltos nobles sármatas.
- Contarii: Jinetes especializados en devastadoras y ágiles tácticas de choque, contra caballería e infantería por igual, armados con la temida contus sarmaticus.
- Carroballistae: Estos scorpiones montados en carros, manejados por diestros legionarios, combinan una terrible potencia de fuego con una movilidad sin precedentes en la batalla.